Horacio Rodríguez Larreta propuso armar una coalición que reúna el 70% de la representación política, como condición necesaria para sacar al país de la crisis y encauzarla hacia el bienestar. Sostiene, con razón, que el partido o la alianza de partidos que gane las elecciones en 2023 no podrá por sí sola encarar ese desafío, por lo que propone una estrategia de construcción de consensos amplios que se refleje en la integración del gobierno y en las alianzas en el Congreso, para que una mayoría sólida super mayoritaria lleve adelante un plan de estabilización, primero, y de reformas para el crecimiento, después. Larreta dijo algo más, que el 30% restante, que quedaría afuera, sería el kirchnerismo. Esto supone generar alianzas -o un sistema de acuerdos- con una parte de los que hoy integran la coalición oficialista. También significa unir a todo Juntos por el Cambio (JxC) detrás de un liderazgo, y compartir el poder con sus líderes. ¿Es posible lograrlo?

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Informe estratégico sobre Argentina

Calíbar 104 20 de junio 2022

La propuesta de Larreta de una coalición ampliada para salir de la decadencia

Horacio Rodríguez Larreta propuso armar una coalición que reúna el 70% de la representación política, como condición necesaria para sacar al país de la crisis y encauzarla hacia el bienestar. Sostiene, con razón, que el partido o la alianza de partidos que gane las elecciones en 2023 no podrá por sí sola encarar ese desafío, por lo que propone una estrategia de construcción de consensos amplios que se refleje en la integración del gobierno y en las alianzas en el Congreso, para que una mayoría sólida super mayoritaria lleve adelante un plan de estabilización, primero, y de reformas para el crecimiento, después. Larreta dijo algo más, que el 30% restante, que quedaría afuera, sería el kirchnerismo. Esto supone generar alianzas -o un sistema de acuerdos- con una parte de los que hoy integran la coalición oficialista. También significa unir a todo Juntos por el Cambio (JxC) detrás de un liderazgo, y compartir el poder con sus líderes. ¿Es posible lograrlo?

Por Matteo Goretti

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La propuesta de Larreta es oportuna a la luz de las necesidades que trae la crisis y la reducción dramática de los grados de libertad de la política y la economía para seguir sosteniendo el modelo de la decadencia que nos envuelve hace décadas. Sin embargo, a primera vista suena ambiciosa si se tiene en cuenta que los incentivos propios de los sistemas presidencialistas como el nuestro van en sentido contrario: gobierna el que gana, y los que pierden hacen oposición. Además, si consideramos los antecedentes históricos, veremos que las escasas experiencias de coaliciones ampliadas en nuestro país fracasaron rotundamente, como es el caso de la Alianza durante la presidencia de Fernando De la Rúa.

Hay algo más: los caciques de JxC exponen públicamente más diferencias que acuerdos, no solo por la natural competencia política entre ellos, sino porque los separa visiones contrastantes de la acción política y las propuestas macroeconómicas.

A pesar de todo ello, la propuesta de Larreta tiene un fundamento sólido: la salida de la crisis requiere hacer las cosas de otra manera; seguir con lo mismo nos conducirá, una y otra vez, al mismo resultado que ya conocemos.

De esta forma, Larreta introduce en el debate político algo nuevo y diferente: el “cómo hacer las cosas” tiene relevancia tanto como el “qué hacer”. En términos de gobierno, lo que él sostiene es que no será posible avanzar en la normalización de la Argentina sin un sistema de cooperación que cristalice los consensos en el plano de las instituciones a través de una coalición ampliada estable, de gobierno compartido y mayorías parlamentarias, y con un programa acordado.

La pregunta que surge es si tal cosa es posible, o más bien, cómo hacerla posible. El punto de inicio del análisis está en JxC.

La principal alianza opositora del país está recorriendo el camino hacia las elecciones del año próximo sin un liderazgo ni un sendero acordado que permitan ordenar el debate y, sobre todo, encauzar la construcción de la fórmula presidencial. Carente de estas anclas, vemos como en JxC se reproducen las candidaturas, sobre todo en la ciudad y en la provincia de Buenos Aires. Al mismo tiempo, por ahora prevalece en uno de sus socios, la UCR, la tendencia de ir a las PASO con una fórmula pura, enteramente radical, para competirle al PRO y al kirchnerismo.   

La ausencia de un liderazgo unificador y las tendencias centrífugas al interior de JxC persistirán. Lo primero solo será resuelto con la elección presidencial, es decir, el líder de la coalición será, naturalmente, el que surja victorioso en octubre del año próximo.

Por lo tanto, el mayor riesgo para la oposición está en no ser capaz de crear los incentivos para coincidir en una única fórmula presidencial mixta, es decir, integrada por el PRO y la UCR, y con el acuerdo de los demás socios. Concurrir a la compulsa electoral con dos fórmulas diferentes -una de la UCR y otra del PRO- no solo pondría en peligro la posibilidad de ganar sino la capacidad de mantenerse unido. Además, ir por separado le aseguraría al kirchnerismo volver a ganar en la provincia de Buenos Aires (el gobernador se elige por mayoría simple a una vuelta), un lugar ideal para refugiarse a la espera de volver al poder en el próximo turno presidencial.

Para salir de la zona de alto riesgo, JxC necesita implementar un manual de buenas prácticas que todas las partes vean conveniente, que facilite cuatro cosas: unidad de opinión pública en temas relevantes, un método para resolver las precandidaturas, la conformación de una única fórmula presidencial mixta para competir el año próximo y un esquema general que garantice compartir el poder entre los socios una vez en el gobierno.

Ello supone institucionalizar un ámbito permanente y eficiente en el que se puedan plasmar los desacuerdos y los consensos y, sobre todo, acordar las reglas para la resolución de las candidaturas.

A este propósito, pareciera insoslayable (y saludable) que las precandidaturas de los partidos que integran JxC se resuelvan, cuando no haya acuerdo, a través de primarias (la ley no las prohíbe) para facilitar luego la definición de la fórmula mixta que competirá en las PASO. En el caso de que haya dos o más fórmulas, también podría utilizarse el mismo mecanismo para definir la única que se presentará a las elecciones presidenciales.

Para completar el análisis hay que evaluar el escenario de lo que se espera del oficialismo. Es muy probable que el Frente de Todos (FdT) concurra a las PASO con una fórmula propia, con un candidato de “centro” para buscar mejorar sus chances electorales. También es probable que esta estrategia esté acompañada por el kirchnerismo, para facilitarle retener la provincia de Buenos Aires y permitirle a Cristina Fernández de Kirchner ganar la senaduría nacional por ese distrito o por Santa Cruz.

En síntesis, la dinámica de la construcción política que advertimos conduce a que el gobierno y la oposición presenten fórmulas separadas (siempre que JxC logre una fórmula unificada) en las elecciones del año próximo. Es decir, las coaliciones electorales estarán bien diferenciadas; es muy poco probable que surja para las elecciones una alianza de JxC o de alguno de sus principales socios con parte del peronismo. Salvo que una crisis de dimensiones impensadas impulse la integración de un gobierno de unidad nacional.

Por lo tanto, la propuesta de Larreta de reunir el 70% de la representación política habría que circunscribirla en la situación resultante de las elecciones presidenciales del año próximo, no a la búsqueda de una coalición electoral -reducida a JxC- sino a la integración de una coalición de gobierno ampliada super mayoritaria, que facilite los acuerdos y garantice las mayorías parlamentarias necesarias para avanzar con un programa de estabilización y de reformas.

Una meta ambiciosa con un camino lleno de obstáculos. Una propuesta novedosa que vale la pena explorar.

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