Preocupado ante las versiones de que Cristina Kirchner optaría por presentarse en las elecciones de octubre en la provincia de Buenos Aires, o incluso no asumir candidatura alguna, el gobierno acaba de lanzar un operativo clamor para motivar a la ex presidenta a competir con Mauricio Macri en la compulsa mayor. Los estrategas del oficialismo consideran que esta es la única manera de asegurar la reelección del presidente.

" />

CALÍBAR el rastreador

Informe estratégico sobre Argentina

Número 40 11 de enero 2019

El plan del gobierno para que Cristina compita en la elección presidencial

Preocupado ante las versiones de que Cristina Kirchner optaría por presentarse en las elecciones de octubre en la provincia de Buenos Aires, o incluso no asumir candidatura alguna, el gobierno acaba de lanzar un operativo clamor para motivar a la ex presidenta a competir con Mauricio Macri en la compulsa mayor. Los estrategas del oficialismo consideran que esta es la única manera de asegurar la reelección del presidente.

Por Matteo Goretti

.

El gobierno ha logrado instalar con éxito que la elección de octubre próximo tiene dos contendientes principales que se llevarán casi todos los votos: Mauricio Macri y Cristina Kirchner. Motivos no le falta: la imperiosa necesidad de Cambiemos de que la ex presidenta decida competir para que Macri tenga oportunidad de ser reelecto, y la fragmentación del Partido Justicialista y su consiguiente dificultad en generar un nuevo liderazgo ganador.

Una situación de virtual empate que logró congelar –por ahora– la realidad política.

En todo caso, la novedad –dentro de la tediosa repetición– es que ambos candidatos reúnen más opiniones en contra que a favor. Son dos contrincantes “anti”, definidos más por los votos que perdieron que por los que podrían llegar a recuperar. Aún así, la hegemonía del binomio permanece intacta: no hay Bolsonaro a la vista.

La comunicación funciona como reflejo de esto. Todas las semanas se publican encuestas centradas exclusivamente en el escenario electoral Macri-Kirchner. Opiniones de periodistas y analistas fortalecen esta visión hegemónica. La sensación de empate electoral sin chances de otras opciones también ha postergado sine die los realineamientos partidarios y el crecimiento de otros candidatos.

Hasta ahora todo parecía fácil, aburrido y repetitivo. Sin embargo, el prolongado silencio de Cristina y la versión no confirmada de que ella podría desembarcar en la provincia de Buenos Aires, y la posibilidad de que Roberto Lavagna compita por el PJ en la elección presidencial, generó preocupación en las filas de oficialismo.

La inteligente iniciativa de la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal tendiente a convencer al tándem Macri-Peña de desdoblar las elecciones provinciales de las nacionales, tiene su origen en esta preocupación.

El gobierno respondió a esta amenaza lanzando recientemente un operativo clamor para motivar a Cristina Kirchner a que se presente en las elecciones presidenciales de octubre.

Este ambicioso plan comunicacional del gobierno tiene tres componentes principales. El primero, instalar que la ex presidenta no tiene otra opción que la de competir; el segundo, que el peronismo no podrá generar un candidato competitivo diferente; y el tercero, provocar reiteradamente a Cristina Kirchner –a su círculo político más próximo y a sus ex funcionarios– con crecientes acciones judiciales, de tal manera de enfurecerla para llevarla a buscar venganza compitiendo en las elecciones presidenciales.

Los estrategas del gobierno creen que Cristina Kirchner compitiendo es la única opción ganadora, es decir, que asegura la permanencia de Macri en el poder. No hay plan B. “Cristina va a competir en la presidencial”, sostienen.

En el peronismo, esta situación hegemónica de empate también ha momificado a sus líderes. Sin embargo, algunas cosas están pasando. Cristina Kirchner envió a sus laderos a conversar con otras figuras del peronismo. Se comienza a hablar de una fórmula de consenso que unifique las diferentes vertientes para darle batalla a Macri. Por ahora una posibilidad que se presenta muy lejana.

Dirigentes peronistas que antes reclamaban una fórmula electoral sin el kirchnerismo, ahora se declaran proclives a “tragarse algunos sapos”. Un senador del “peronismo racional” resume así el nuevo clima: “Con Cristina al frente no ganamos, y sin Cristina perdemos”. ¿La ex presidenta está convencida de lo mismo?

Nunca antes desde el advenimiento de la democracia el peronismo estuvo fuera del poder por dos períodos presidenciales consecutivos. Más aún, los presidentes no peronistas no pudieron terminar su mandato constitucional. Para un partido –y una forma de liderazgo– como el peronista, estar fuera del poder por mucho tiempo puede resultar letal.

Esta especie de empate que monopoliza a la política y al análisis político tiene, como correlato, la persistente ausencia de oposición, a pesar de que los resultados económicos del gobierno de Cambiemos deberían haber provocado la emergencia de alternativas competitivas al oficialismo.

Esta curiosidad –una oposición ausente– es, a todas luces, una anomalía institucional, que no es nueva en el país, sino que caracterizó a los regímenes menemista y kirchnerista.

En este sentido, podría argumentarse que Macri logró adormecer a la oposición (al peronismo, que no es cualquier oposición) a pesar de no contar su coalición con mayoría en el Senado: acordó con los gobernadores justicialistas y la Cámara Alta le votó leyes imprescindibles.

Del mismo modo, también es posible sostener que la centralidad de Cristina Kirchner hizo que las fuerzas centrípetas prevalecieran y que una parte importante del justicialismo contribuyera a la gobernabilidad del país, un dato novedoso que resulta clave para comprender la dinámica institucional de los últimos tres años.

La anomalía institucional argentina que expresa la ausencia de oposición se manifestó durante la gestión de Cambiemos en reiteradas ocasiones. La diputada Elisa Carrió hace un año que viene orientando sus más feroces críticas al oficialismo que integra. Ricardo Alfonsín, dirigente de la UCR, un partido que compone Cambiemos, no se refiere a ganarle al kirchnerismo en las elecciones de octubre sino a derrotar a Macri, al proponer a otro oficialista –Martín Lousteau– para que le compita.

Como se sabe, la ausencia de oposición efectiva en el sistema democrático incentiva la aparición de oposición interna en el oficialismo.

Lo curioso de esta anomalía institucional es que la ausencia de oposición permite, cada dos períodos presidenciales promedio, la emergencia de un candidato competitivo que derrota a la oferta oficialista. Los ciclos políticos en Argentina por lo general duran ocho años, siempre que el gobierno no se vaya antes. Este año Macri completará solo su cuarto año.

Se permite la reproducción parcial o total de este informe con la mención de la fuente